Durante años Twitter ha dado visibilidad a políticos, opositores y líderes de movimientos progresistas y sociales. Los medios convencionales como prensa, radio y TV están al tanto de lo que allí se dice y gran parte de los debates que surgen en esos medios se nutren de las conversaciones que tienen lugar en la plataforma.
Lo cierto es que periodistas, exiliados, líderes sociales y ciudadanos han encontrado en las redes sociales una herramienta útil para tener voz y difusión por fuera de los medios convencionales, pero también los antagonistas han encontrado estrategias para desprestigiar, acosar o atacar a individuos, grupos o movimientos contrarios.
Un ejemplo que describe muy bien cómo operan estos ataques, es el que han sufrido varios periodistas y miembros de la oposición venezolana que han cuestionado al gobierno de Maduro. Estas personas han sido atacadas y acosadas de forma sistemática desde varias cuentas de Twitter, señaladas de traidoras y acusadas de ser agentes del imperialismo, entre otros.
Al parecer, estos ataques han sido organizados y ejecutados por una red que combina bodegas, o grupos de cuentas de Twitter automatizadas -conocidas como bots🤖-, con cuentas reales de personas del común, influenciadores con muchos seguidores y funcionarios del gobierno venezolano.
Estos ataques no corresponden a críticas negativas aisladas o peleas entre tuiteros. No son acciones desconectadas o peleas acaloradas entre usuarios de una red social. El análisis de varios periodistas demostró que se trata de un trabajo coordinado entre centenares de cuentas que comparten un mismo estilo en sus mensajes y #hashtags, patrones reconocibles en la forma en la que atacan y una combinación de todas las formas de lucha digital enfocadas en desprestigiar a periodistas y opositores.
Esta coordinación, sumada al uso de bots y semi-bots -cuentas automatizadas que son parcialmente supervisadas por humanos-, son una señal de que el ataque corresponde a lo que la jerga de las políticas de uso de las plataformas llama “comportamiento inauténtico”.
Para los abusados es difícil enfrentar estos ataques. Demostrar que son ataques coordinados no es una tarea fácil y los mensajes de los atacantes se mueven en zonas grises con muchas tensiones entre la libertad de expresión y la protección frente al abuso.
Linterna Verde publicó la guía Cuentas y narrativas adversas: herramientas para identificar ataques en el debate digital. Este documento es clave para resolver las dudas más frecuentes que tienen las organizaciones que son activas en internet: ¿Cómo diferenciar un par de publicaciones críticas en redes sociales de un ataque sistemático y coordinado?, ¿qué estrategias de acción tenemos disponibles a corto, mediano y largo plazo?, ¿cuándo es preferible el silencio para evitar darle más visibilidad a los ataques?